Trastornos del tendón de aquiles (Tendinitis y Tendonosis)

Descripción
Cualquier persona que haya leído algo de mitología griega sabe que el tendón de Aquiles no es un punto en el cual se pueda confiar. Sin embargo, la mayoría de nosotros confiamos mucho en nuestro tendón de Aquiles: lo usamos cuando saltamos, corremos, caminamos; es decir, cada vez que usamos nuestros pies. A pesar de su asociación mitológica con la debilidad, el tendón de Aquiles es en realidad uno de los tendones más grandes y fuertes del cuerpo. Desafortunadamente, también es muy susceptible a sufrir lesiones, ya que los músculos ejercen una mayor presión sobre él que sobre cualquier otro músculo de la pierna. Para empeorar las cosas, la circulación de la sangre hacia el tendón es relativamente escasa, lo que significa que, en general, no se cura rápido cuando se lastima.

El tendón de Aquiles se lesiona cuando lo usamos en exceso, esto provoca inflamación (es decir, tendinitis). Esto puede ocurrirles, en mayor frecuencia, a las personas cuya actividad aumenta o cambia repentinamente, como por ejemplo aquellas personas que sólo hacen ejercicio los fines de semana o que de repente hacen más actividad (sí, les estamos hablando a ustedes, deportistas de fin de semana). Sin embargo, la tendinitis también puede surgir por forzar demasiado el tendón de Aquiles. Los deportistas (especialmente aquellos involucrados en los deportes donde se corre y se salta), o aquellas personas cuyo trabajo los obliga a usar sus pies o tobillos en exceso, son más propensos a caer en esta categoría.

La edad también puede ser un factor, ya que los tendones suelen perder flexibilidad a medida que la persona envejece. La poca flexibilidad del tendón también se puede exacerbar por el uso de los zapatos de taco alto, que hacen que el tendón se acorte. Afortunadamente, estirar de la manera correcta antes de hacer ejercicio y participar en períodos de actividad intensa puede ayudar a reducir la posibilidad de lastimar el tendón de Aquiles (y usted creía que el estiramiento era inútil, ¿o no?)

Con el correr del tiempo, si el tendón se usa mal, se puede lastimar mucho. La tendinitis de Aquiles puede avanzar y convertirse en tendonosis de Aquiles, o en un deterioro total del tendón que torna más probable sufrir un desgarro o, pocas veces, una rotura (la cual no es una lesión muy agradable). El desgarro que ocurre junto con la tendonosis suele ser microscópico (excepto en el caso de una rotura), y generalmente aparece 2 pulgadas (o 6 cm) más arriba del lugar donde el tendón se inserta en el talón calcáneo.

Síntomas
Si tiene la desgracia de sufrir tendinitis o tendonosis de Aquiles, notará inflamación, sensibilidad y calor en la zona del tendón de Aquiles, o algunas veces en la pierna sobre el talón, en cualquier lugar desde la parte trasera del talón hasta la parte inferior del músculo de la pantorrilla. También puede sentir con el dedo o incluso, ver que el tendón se vuelve más grueso. Caminar puede resultarle incómodo y complicado, ya que el tendón le dolerá y estará débil; además, si el problema es lo suficientemente grave, puede impedirle correr. Presionar los laterales del tendón es bastante doloroso, aunque parezca mentira,  presionar la parte trasera del tendón provoca menos dolor.

Cuando la tendinitis avanza y se convierte en tendonosis, los síntomas son más graves. El tendón se agranda con pequeños nódulos en las zonas dañadas.

Diagnóstico
Cuando consulte a su podiatra acerca del dolor que siente en el tendón de Aquiles, seguramente palpará la zona para revisar si hay algún bulto y probablemente lo presionará para verificar en qué lugar le duele. (Esto puede parecerle incómodo, pero es necesario para determinar cuál es el problema). El podiatra también puede observarlo y hacerle preguntas mientras camina o se para en puntas de pie, para controlar cuando aparece el dolor.

Como su podiatra es muy inteligente, podrá diagnosticar tendinitis o tendonosis de Aquiles basándose en una revisación física de la zona. Sin embargo, para asegurarse de que el diagnóstico sea correcto, puede pedirle que se haga una radiografía para descartar artritis u otra causa de dolor; además, es necesaria una resonancia magnética para verificar la zona si se sospecha sobre una rotura parcial o total.

Tratamiento
El tratamiento de los problemas en el tendón de Aquiles principalmente se concentra en reducir la inflamación de la zona, lo que le brinda tiempo al tendón para curarse sin empeorar la lesión que está estabilizada. Esto se logrará mejor dejando descansar la zona, inmovilizándola ya sea con un yeso o con una bota. También puede colocarse hielo sobre el tendón (durante 20 minutos, y luego sacarlo durante 40 minutos), tenga en cuenta que debe envolver el hielo en una toalla fina (esto es importante, no quiere congelar la zona, sólo reducir la inflamación).

Su podiatra también puede sugerir medicamentos antiinflamatorios, como el ibuprofeno o tratamientos con esteroides, como la cortisona. El tratamiento físico también puede servir para fortalecer los músculos alrededor del tendón y evitar más lesiones, o para aliviar el tendón y la inflamación a través del tratamiento con ultrasonido o estiramientos, quizás sólo le enseñe cómo debe usar su pie adecuadamente mientras realiza las actividades que más le gusta hacer, como por ejemplo caminar.

Si estos tratamientos no funcionan, o si la lesión de su tendón es muy grave, la cirugía sería la mejor opción para curar su tendón de Aquiles. Su cirujano tendrá que quitar la parte dañada del tendón y unir las partes sanas. Si la lesión es muy grave, es probable que el cirujano deba quitar un tendón de otra parte del cuerpo para reparar la zona lastimada.