Callosoidades

Descripción

Su cuerpo puede hacer muchas cosas para comunicarse con usted. Por ejemplo, al vomitar le está diciendo: “hay algo realmente repugnante/peligroso aquí adentro que debe salir”. Aunque las callosidades son menos dramáticas que vomitar los restos de la cena, son un medio que el cuerpo tiene para comunicarle que algo ocurre. En este caso, su piel le dice: “¡Basta! ¡Demasiada presión!”.
Las callosidades se forman con el tiempo cuando una zona de la piel sufre presión o fricción constantemente. En el caso de los pies, generalmente (aunque no siempre) esto está relacionado con el uso de zapatos muy apretados o que no son de la talla adecuada. Las callosidades también pueden ser provocadas por crecimientos de huesos inusuales en los pies o desalineaciones que producen una presión anormal sobre ciertas zonas. Su cuerpo forma callosidades para evitar que la piel se levante cada vez que encuentra esa presión. Las callosidades en realidad pueden ser útiles en algunas circunstancias, pero si se vuelven muy gruesos o grandes, se pueden inflamar y ser dolorosos, o el cuerpo puede comenzar a tratarlos como objetos extraños. Además, quizás a algunas personas simplemente no les guste cómo lucen.

Por cierto, el engrosamiento de la piel en el pie también puede identificarse como durezas, aunque las durezas son más discretas que las callosidades (habitualmente los extremos están más definidos) y generalmente ocurren en la parte superior de los pies, mientras que las callosidades suelen aparecer en la parte inferior.

Síntomas
Las callosidades generalmente se manifiestan como un engrosamiento y endurecimiento de la piel. A diferencia de las durezas, que suelen tener una forma de cono invertido con la punta penetrando en su piel, las callosidades son más difusas y no tienen una punta cónica. También puede notar que la zona callosa se vuelve seca y escamosa.

Diagnóstico
Si la callosidad  provoca dolor, es momento de consultar con el podiatra. Él podrá brindarle un diagnóstico al examinar la zona visualmente y mediante el tacto. Su podiatra también puede preguntarle acerca de algún otro problema que puede estar sufriendo con su pie, si sospecha que la callosidad es un síntoma de una anormalidad subyacente, como un juanete.

Tratamiento
Las callosidades pueden tratarse de diferentes formas, pero lo más importante es recordar que si no se elimina la causa original (la presión o la fricción sobre la piel), probablemente la callosidad regresará aunque se quite mediante una cirugía.

Entonces, el primer paso es usar zapatos que no froten su pie de manera equivocada. Busque zapatos que se sientan cómodos cuando se los pruebe por primera vez. (Obtenga el tamaño que sea cómodo para la parte más grande de su pie). Su podiatra también puede recomendar aparatos ortopédicos o recetarle plantillas ortopédicas que se diseñan para soportar su pie, de modo de aliviar la presión sobre la zona callosa. Obtener buenos calzados puede ser el único tratamiento que necesite. Mientras espera que las callosidades desaparezcan, puede aliviar la presión comprando (o elaborando, si usted es habilidoso cortando materiales como algodón o fieltro) almohadillas con la forma de una rosquilla para colocarlas sobre los callosidades.

Sin embargo, haga lo que haga, no trate de cortarse las callosidades usted mismo con un cuchillo o una navaja. Hacer esto puede provocar una herida infectada, lo cual es mucho peor que la callosidad. En cambio, puede intentar colocándose crema de urea todas las noches para suavizar la piel y frotarse gentilmente con una piedra pómez. Si decide utilizar almohadillas medicinales para quitar las callosidades tenga cuidado, ya que generalmente contienen ácidos que carcomen todo: tejido sano y también callosidades, así que úselos con cuidado y consulte con su médico antes de hacerlo. Su podiatra también puede cortar las callosidades o trabajar sobre ellos y proveerle almohadillas.

Muy rara vez se puede formar una úlcera en la callosidad o la misma puede infectarse. En caso de que esto ocurra, principalmente si es diabético, consulte con su podiatra inmediatamente. Él determinará qué métodos aplicar para tratar la infección.

Si los métodos antes mencionados son ineficaces, o si existe algún problema subyacente en su pie que está provocando las callosidades, entonces será necesario someterse a una cirugía. Su podiatra podrá discutir opciones quirúrgicas con usted exhaustivamente.